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Cigarrillos sueltos, puchos levantados

Este es el blog de un forista de internet. Y compila aquellos posts que son a la vez respuesta a consignas varias y textos en sí mismos. Son una parte muy mínima de un momento muy mínimo. Estúpidas ocurrencias a la hora de dejar algo escrito en una pantalla y para ser leido con el escaso interés que los foros de internet lamentablemente despiertan. Buddy

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Nombre: Budijoly
Ubicación: Villa Urquiza, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

Tecladista y escritor under. Estudié Comunicación (UBA), Comisariado de a bordo, el cuerpo de alguna mujer, cómo dormir chicos y otras atorrancias varias...

sábado, febrero 18, 2006

Acerca de la vida color azul marino

Creo que aprendi a nadar a los 6 años. Debe de ser por ahí porque fue el año en que nos mudamos del barrio de Florida a Villa Ballester, y la nueva casa tenía una pileta de natación grande, de material. Muy buena pileta a pesar de contar sólo con 5 metros de largo. Casi todas las casa de esa época de Ballester tenían pileta, de hecho me enteré más tarde que es el barrio con más casas con piletas de natación del conurbano.
Aún así hice natación en el colegio, no ya para aprender a nadar sino para pasar el rato y aprender nuevos estilos más allá de los que la familia siempre te enseña. Me aburría terriblemente al principio, porque el profesor nos hacía practicar cosas como braceo o patada cuando uno ya sabía nadar, pero me sentía satisfecho de que me llamara "Tarzanito" y me dejara tirarme del trampolín cada tanto. La mayoría de los chicos disfrutan del arte de zambullirse como si fuera lo mejor del momento. Yo tal vez porque tenía la posibilidad de hacerlo en mi propia casa cuando quisiera disfrutaba más de la caricia del agua o del roce del fondo con el pecho, cosas sin mucha fiesta. Algo tan sencillo como liberar todo el aire y dejarse caer pesado al fondo sintiendo la presión en los oidos. O quedarse varado unos segundos en ese fondo azul, viendo como el poco polvo acumulado en el fondo explota en una ola expansiva dejando el dibujo de una estrella alrededor de tu cuerpo.
Nadar es maravilloso, dominar el manejo del cuerpo en el agua es maravilloso. Si pudieramos olvidarnos por un momento de que hay agua alrededor sería casi como volar. Y no volar simplemente, sino volar rodeados de nubes de espuma y burbujas que cosquillean en tu costado. Es una actividad netamente erótica, donde la sublimación del placer alcanza cada parte de tu cuerpo, lo abraza, lo acaricia, lo excita, lo estimula pero tambien lo relaja en una paz sin límite, porque el agua es todo. Está tu cuerpo y el agua y nada más pero ese nada más puede significar tanto...
Una de las cosas que más extraño de esa casa es la pileta. A veces, cuando hacía calor, la mañana empezaba en ella; y me levantaba, me tiraba al agua, salía desayunar y luego a la escuela. Nadar a la mañana es de valientes, el agua está fría como la noche y uno siente que nada en soda, una soda cristalina electrizada por líneas de luz que bailan en las paredes bajo el agua. Al volver de la escuela tambien me sumergía un rato antes de almorzar, y por supuesto, la tarde era para nadar.
Todas las fiestas de fin de año juntaban más de 20 personas entrando y saliendo, y guitarras tocadas por primos en malla bajo al árbol entre mate y mate.
Años más tarde la pileta supo de música, y tardes de Maratón sonando en la radio. De fiestas bajo el sol, de asados y chicas y besos y roces bajo el agua. De apuntes sobre Kerensky o acerca de Napoleón III.
Y por supuesto, está tambien la serenidad de nadar en la noche, cuando la superficie se ilumina de estrellas y uno apaga las luces del parque para disfrutar de ese placer en soledad donde el cielo no tiene fion y te rodea, húmedo. Mierda que extraño esa pileta.
Ayer mi hijo aprendió a nadar en esa misma pileta.
Estaba feliz y orgulloso, sabía que había dominado un nuevo límite.
Y ahora se que para el, ya nada será igual...

Buddy